Cuando la compasión choca con los límites: un dilema silencioso del liderazgo

Establecer límites no nos hace menos compasivos; nos hace más íntegros. Cuando combinamos humanidad con claridad, los equipos dejan de operar desde la culpa y comienzan a crecer desde la responsabilidad compartida.

En muchas organizaciones observo una tensión silenciosa: queremos equipos más humanos, más empáticos, más colaborativos… pero evitamos poner límites claros. Brené Brown lo explica con una sencillez increíble: uno de los mayores obstáculos para practicar la compasión es el miedo a establecer límites y responsabilizar a las personas.

Durante años asociamos compasión con permisividad. Sin embargo, según Brown, las personas verdaderamente compasivas son personas que también establecen límites. Porque la compasión real nace de la aceptación, no del sacrificio emocional ni mucho menos del aguante infinito.

En uno de sus ejemplos, describe a un líder frustrado que señala y critica al equipo en reuniones, pero nunca define con claridad cómo se responsabiliza a las personas cuando no cumplen los acuerdos. El resultado es bien conocido: desgaste, confusión y un clima tóxico.

Sin límites, el reclamo se convierte en culpa; y la culpa sin responsabilidad es peligrosa para una cultura.

Establecer límites y pedir responsabilidad requiere más trabajo (y es más incómodo) que avergonzar o culpar. Implica conversar, acordar expectativas, dar seguimiento y sostener conversaciones difíciles. Pero es mucho más eficaz y, sobre todo, más humano.

La paradoja es clara: si no equilibramos compasión y límites, lo que se siente incómodo hoy… se vuelve mucho más incómodo mañana.

La invitación es a practicar unas duplas poderosas:

Amabilidad con firmeza.

Empatía con claridad.

Confianza con responsabilidad.

No se trata de ser “duros” ni de ser “blandos”. Se trata de ser íntegros. Porque cuando lideramos desde límites claros, las personas entienden qué se espera de ellas; y cuando lideramos desde la compasión, las personas sienten que su dignidad está a salvo. Y este es un terreno donde los equipos pueden emprender nuevos viajes para seguir creciendo.

 
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Confianza y cohesión cuando el equipo no está en el mismo lugar.