Evaluar vs. Observar: Un aprendizaje clave en mi viaje como coach
He aprendido que uno de los mayores desafíos en la comunicación efectiva es diferenciar entre lo que observamos y lo que evaluamos.
Este es un concepto que Marshall B. Rosenberg explica profundamente en su libro "Comunicación No Violenta", y es fundamental para crear espacios de diálogo auténticos y constructivos.
Las evaluaciones normalmente van cargadas de juicios, crean barreras, generan conflictos y causan que las personas y equipos se cierren al diálogo. Por el contrario, cuando trabajamos desde la observación, describiendo hechos de manera clara y objetiva, se abre un camino hacia la empatía, el entendimiento y la colaboración.
“Pareces desinteresado en las reuniones”, “Siempre llegas tarde porque no te importa respetar el tiempo de los demás.” Son frases evaluativas que, aunque pueden ser bien intencionadas, tienen connotaciones que no siempre son precisas y pueden generar resistencia.
¿Cómo reformularlas en una observación?: "He notado que en las últimas tres reuniones no has participado activamente" o "En las últimas dos semanas, has llegado 15 minutos tarde a la sesión." Este simple cambio transforma la conversación y abre un espacio para explorar las verdaderas causas y posibles soluciones.
¿Cómo aplicarlo? El punto de partida es reflexionar sobre nuestro propio lenguaje, ¿estoy observando hechos o evaluando con mis juicios? Y desde allí, al centrarnos en las observaciones, podemos conectar con las necesidades reales y explorar desde la curiosidad con la otra persona para abordarlas.