En coaching no se trata (solo) del problema, se trata primero de la persona
Una de las enseñanzas más poderosas que he integrado como coach es esta: cuando un cliente llega con un problema, no está buscando una solución prediseñada. Está buscando verse a sí mismo desde una nueva perspectiva.
Marcia Reynolds lo explica de forma magistral, y me ha servido como brújula en cada viaje de coaching. Aquí tres claves:
Establecer desde el principio qué es coaching: Coaching no es dar consejos, ni resolver por el otro. Es una conversación poderosa que expande la consciencia. En lugar de responder “qué hago”, exploramos “quién estoy siendo frente a esto”. Eso cambia todo.
Creer en el potencial de tu cliente: No importa cuán complejo parezca el desafío, como coach estoy ahí porque confío profundamente en que la persona frente a mí tiene dentro de sí los recursos para avanzar. A veces, solo necesita alguien que la ayude a ver lo que no ha visto o a verlo desde otro lugar.
Saber cuándo pasar del problema a la persona: Sí, entender el problema es importante. Pero quedarse ahí puede convertirse en un loop. El viaje se vuelve interesante cuando desde la conexión aparece una pregunta poderosa: ¿Qué te está pasando a ti en medio de esto? ¿Quién eres tú cuando estás en ese lugar?
Ese momento de pausa, de conexión, de mirada hacia dentro… abre puertas que, a veces, ni el cliente sabía que estaban cerradas.
El coaching es una herramienta transformadora porque honra la experiencia humana. Porque pone a la persona en el centro, no al problema. Porque ayuda a ver(se) distinto.
Y tú como líder, ¿cómo estás acompañando a otros a verse con más claridad?